Para los que estéis familiarizados con la adopción, seguro que no es nada que venga de nuevo, pero personlamente me reconforta muchísimo ver como otras personas expresan los sentimientos de la misma forma como yo los siento.
Estas síntesis tan claras y sencillas de un tema tan complejo por la amalgama de sentimientos que en él se mezclan, creo que son de un valor incalculable.
Esta carta está contextualizada en una adopción nacional de los años 70 :
Me piden que hable de mi condición de hijo adoptivo. Es la primera vez que escribo sobre ello. Releo la primera frase y siento que hay algo extraño en esa denominación. Como si la
etiqueta de “adoptivo” primara sobre la de hijo y el adjetivo modificara de forma radical la relación padre-hijo. Yo siempre he llamado a mis padres “padres”, no padres adoptivos. Incluso escribirlo me resulta molesto y desagradable.Se me podrá decir que ellos no me han dado la vida pero la gestación es un acontecimiento que dura nueve meses y poco más.
Ser padre es mucho más que una función biológica; es permitir que un niño se convierta en un adulto, es humanizar mediante la educación, la comprensión y el cariño.
Pienso en mi vida y sólo les veo a ellos. Soy consciente que no cumplieron la etapa biológica inicial pero no tiene la menor importancia puesto que lo más autentico de mí, lo más intrínsecamente humano, se ha formado gracias a las personas que me dieron todo para que eso fuera posible.
Hacia mis progenitores, a los que llamarles padres sería un exceso, no siento ningún rencor ni odio. Sólo un sincero agradecimiento y ternura. No les conozco ni tengo intención de conocerles. No tiene sentido.
La “llamada de la sangre” es algo que no me parece razonable. Tengo la impresión que ese sentimiento responde a una busqueda de justificaciones para frustraciones que no se saben resolver. Es posible que cuando se tienen problemas con la familia adoptiva se eche mano de razonamientos del tipo de: “vosotros no sois mis padres”, “si hubiera estado con mis verdaderos padres ahora estaría mejor”. Decir esas cosas es lo más inmediato, lo más sencillo en un momento de enfado. Siempre se tiende a creer que lo ajeno es estupendo y no se piensa, ni por un instante, que hubiera podido ser peor.
Sin embargo, intentar averiguar la identidad de un padre biológico es, desde mi punto de vista, no entender lo importante de la relación padre-hijo. Es negar esa relación. Lo esencial no está en la continuidad genética, sino en el vínculo que se construye entre los padres y el hijo, independientemente de los genes de cada uno. Reducir toda la paternidad a la función procreadora es una pobre simplificación.
Mis padres me informaron pronto del hecho. Sin embargo, con ocho años yo no era muy consciente de la situación. Las dudas y las cuestiones que no se pueden responder llegaron más tarde.
La pregunta última, en mi caso, ha sido cual fue la razón por la que mis padres biológicos me dieron la vida. ¿Por amor? ¿ Una violación? ¿O un simple descuido en una noche loca?. No hay respuesta. Pero se puede vivir con ello y ser feliz. ¿Acaso no es más importante lo que uno tiene por delante y lo que puede llegar a ser gracias al esfuerzo personal y a la ayuda de quienes me lo han dado y me lo siguen dando todo ?
gracias por decir esto q yo tengo todavia atorado
ResponderBorrarPrimeramente felicitar este pensamiento y sentir,me he quedada maravillada sin duda el haber encontrado este blog con este post específicamente, nos ha ayudado mucho a mi esposo y a mí. Tiene mucho sentido tanto lo dicho, como experiencia y como ayuda para nosotros.-
ResponderBorrarNo puedo pasar por alto el comenter en este blog sobre esta carta. Cuánto amor y dedicación debiste recibir de tus padres para expresarte de esta forma. Ojalá Dios me de la dicha de poder criar a mi hija de la misma forma y que ella en su adultez pueda sentirse como te sientes tu hoy dia.
ResponderBorrarBendiciones por siempre para un alma y corazon tan noble.