Las posibles secuelas de la vida en una institución hay que tenerlas muy en cuenta a la hora de entender el estado de salud y el comportamiento a veces peculiar del niño adoptado. No tienen por qué darse todos los transtornos en todos los casos, pero es muy habitual que se presente alguno de ellos, en mayor medida cuanto más larga haya sido la institucionalización y según las condiciones en las que se haya desarrollado. En caso de que haya habido un maltrato (psicológico o físico) asociado o una falta grave de atención, estas consecuencias pueden ser aún mayores.
Consecuencias psicológicas en el niño institucionalizado
Las consecuencias psicológicas que pueden presentarse son: trastornos de la conducta, trastornos del sueño, trastorno de vinculación, retraso del desarrollo psicomotor (global o de áreas específicas), dificultades de aprendizaje, déficits cognoscitivos y retrasos del lenguaje.
Los casos más graves o con maltrato físico o psíquico asociado pueden manifestar también trastorno de estrés post-traumático, trastorno de déficit de atención con o sin síntomas de hiperactividad o incluso depresión mayor.
A veces se produce también un rechazo hacia hábitos normales para nosotros como dejar que le bañen o le corten las uñas o el pelo. Pueden presentarse también comportamientos que manifiestan carencias afectivas, como pueden ser balanceos, succión del pulgar o golpes rítmicos de la cabeza contra la pared o el colchón, de las manos entre ellas o contra las piernas, etc. Este tipo de comportamientos suelen irse solucionando, en la mayoría de los casos, con tiempo y paciencia, aunque en casos más graves pueden necesitar apoyo profesional.
Consecuencias físicas en el niño institucionalizado
En cuanto a la salud física, se suele presentar un retraso del crecimiento, trastornos nutricionales deficitarios (con comportamientos típicos asociados como pueden ser comer demasiado, acaparar y esconder alimentos, tragar sin masticar, malos modales al comer, rechazo de determinados alimentos por sus texturas y olores), enfermedades dermatológicas y trastornos dentales.
¿Cómo se resuelven estas secuelas?
Una vez en casa, la introducción de alimentos ricos en proteínas, calcio, hierro, zinc, flúor y vitaminas, junto con la mayor estimulación y el afecto que recibe el niño, suelen provocar una recuperación espectacular de los retrasos de crecimiento y una mejoría paulatina de los trastornos leves o moderados del desarrollo psicomotor.
No hay que menospreciar el efecto que el cariño produce en la salud del niño adoptado: La tranquilidad afectiva hace que el organismo segregue más hormonas beneficiosas para la salud, con lo que los niños adoptados suelen mostrar en los primeros meses un crecimiento inusitado que les hace recuperar los niveles normales para su edad (es lo que se ha dado en llamar el "estirón del afecto").
También se solucionarán los casos de anemia, raquitismo, enfermedades de la piel, pelo, uñas, dientes, etc., que presentaba el niño a su llegada.
Las secuelas psicológicas, aunque mejoran con la vida en el seno familiar y todo lo que ello conlleva, tardan más en solventarse y en ocasiones requieren ayuda especializada.
Es interezante tener este tipo de información que me ayuda a comprender mejor los procesos por los que pasa mi hija. Esto me baja la angustia y me hace sentir bien al comprobar el progreso que vamos logrando en el proceso de adaptación.
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